Tía Nélida



Tía Nélida aparecía por casa muy de vez en cuando, siempre con mi tío, a nosotros nos parecía una vieja amarga, lo que pasa es que cuando sos chico todos te parecen viejos, pero no era vieja. Como mi mamá, andaría por los 40. Por ahí por la pinta, por la forma de peinarse, por los labios siempre pintados de rojo fuerte o no sé por qué, pero para mí y para mi hermano nos daba vieja. La imagen de Nélida era parecida a las mujeres culosroto de los años 70. Aparentaba ser muy tímida, hablaba poco y cuando lo hacía sonaba a susurro, una vocecita de secreto que apenas se escuchaba. Era toda correcta Nélida, impecable por donde la mires: elegante, distinguida. No era una mujer linda pero siempre andaba bien vestida, altiva, de caminar esbelto, si no la conocías parecía una mujer de clase alta. La imagen era casi igual a la reina de Inglaterra pero con altura, piel blanca, pelo oscuro, peinado vaporoso con mucho spray y la ropa impecable, siempre vestida con un trajecito tipo Chanel a medida, pollera recta hasta las rodillas bien combinada con una blusa clara, casi blanca, inmaculada, cerrada en la parte de arriba con un lazo finito anudado en un moño para juntar las dos solapas redondeadas alrededor del cuello. El collar de perlas por arriba de la blusa era un clásico, en las manos un par de anillos delicados, pulseras de oro finitas y ruidosas en la muñeca izquierda y unos zapatos oscuros de medio taco ancho, bien lustrados, como los que usaban las mujeres en esa época para salir.

Nélida se sentaba bien derecha en la silla, la espalda pegadita al respaldo, las manos encimadas sobre de la mesa, y a veces las ponía arriba de la cartera apoyada en su regazo; las piernas siempre muy juntas, como soldadas, casi ni se movía, cada tanto hacía una sonrisita de cortesía por algún comentario y cuando le ofrecían algo se limitaba a contestar con un sí gracias o un no gracias. La cosa es que no hablaba mucho, mi viejo los invitaba con un whisky y a veces Nélida se servía otra medida cuando mi papá y mi tío estaban distraídos o se levantaban para ir al baño. Nélida me miraba y me hacía una mueca de complicidad, como si estuviera haciendo una travesura; me decía “Alejandrito” y a mí no me gustaba, yo era “Ale” para todos. Al whisky Lo tomaba solo sin hielo y se lo terminaba bastante rápido, cuando quedaba poco en la copa se lo mandaba de un trago con un golpe seco de nuca hacia el vacío, como en las películas de cowboy; la forma de tomar no iba de acuerdo con la imagen que uno percibía de ella, pero nunca vi que se tomara más que dos, nunca mucho más que eso. No se quedaban a comer, ni nada, pasaban sólo de visita. A veces cuando venían y mi vieja no estaba, Nélida (como no se metía en las conversaciones de los hombres), para no aburrirse, le pedía un mazo de cartas a mi viejo y se ponía a jugar un solitario mientras ellos hablaban, mi viejo y mi tío a veces conversaban en el patio, caminaban; mi papá le mostraba cosas de la casa. Entonces Nélida se quedaba en la mesa terminando el whisky y jugaba sola. Yo la miraba porque me sorprendía la ductilidad que tenía en las manos para manejar las cartas, una velocidad terrible para mezclarlas, hacía el acordeón, cortaba con una mano, una habilidad impresionante, no sé si no practicaba alguna técnica de barajas mientras jugaba.

Quedó viuda enseguida, mi tío murió de repente por un infarto, y a partir de ese momento no supimos más nada de ella. Tampoco en casa se habló más de Nélida, solo algún comentario tipo “que será de la vida de Nélida” que mi vieja o mi viejo tiraban en medio de la cena, pero sólo eso, así como al pasar nomás.

Pasaron los años, no sé cuántos, pero muchos, y una noche se armó una peña del laburo en un club de esos de barrio, que quedaba en la otra punta, entre el campo y la ciudad, lejos, re lejos. Son los clubes sociales que le dicen, de bochas, de mesas de truco y Gancia, donde hay algún billar medio abandonado también. Yo nunca iba porque se quedaban hasta tarde, discutiendo de cualquier cosa, en esas mesas donde todos son genios, mesas multitemáticas que tienen la solución para todo: gritan, se ríen fuerte, un quilombo. A mí esas charlas me aburren, pero esta vez fui porque asaban un cordero y hacía mucho que no comía unas costillitas doradas a las brasas con chimichurri o con alguna salsa criolla.

Estábamos trenzados en una discusión de fútbol, como siempre a los gritos, y de golpe vemos luces azules intermitentes a través de los vidrios de las ventanas, se bajó un poco el tono pero la discusión siguió; era como que a nadie le sorprendía que entraran dos canas al club, los tipos nos saludaron, pasaron derecho hacia el fondo y se metieron por una puertita.

-¿Y estos? -Le digo al Ruso Julián, - ¿vienen para manguear o para ir al baño?

Ni necesitó contestarme el Ruso,  porque al toque sale una vieja por la misma puertita enojadísima con un cana de cada lado, pero no se la llevaban detenida, sino que ella los iba arriando y reprochándoles de todo a los milicos que caminaban con la cabeza gacha hacia la salida, la vieja los iba recontracagando a pedos.

Los otros seguían con la discusión de fútbol, pero yo le prestaba atención a la mujer ésta y a los canas, me interesaba saber qué les decía con tanta vehemencia.

-¡Son pelotudo ustedes!, ¡son pelotudo!, -decía pelotudo en singular y ustedes en plural, -¡a qué mierda vienen!, ¡a qué mierda vienen!, a avisarme qué… Sí, ya sé, ya sé, díganle al otro boludo que mañana paso, y déjense de romper las pelotas, ya les tengo dicho que no vengan más, o no se dan cuenta que espantan a la gente y si no viene gente nos quedamos sin negocio…. Vayan, vayan, -terminó diciendo la vieja antes de cerrar de un portazo. Los observó unos segundos, refunfuñando por lo bajo, hasta que se aseguró que el patrullero arrancó y volvió a paso lento para adentro.

Nadie dio pelota a los gritos de la vieja, parece que eran habituales estas escenas acá.

Cuando volvía, pude observarla bien, la verdad era un esperpento, en realidad el paso era lento porque se ve que le costaba caminar, arrastraba los pies, totalmente desalineada, muy desarreglada, flaca, arrugada, la postura inclinada hacia adelante provocaba que algunos pelos le caigan sobre la cara, el resto seguían atados más o menos en lo que parecía una colita desmechada, asomaban también las raíces blancas de varios meses sin tintura. Se veía a las claras que los años se la llevaron puesta a esta mujer. No se sacó el cigarro de la boca ni aun puteando a los canas, estaba mal vestida, con ropa gastada y de mala calidad, y el sobretodo que llevaba le quedaba grande, para mí no era de ella, ni miré si tenía zapatos o zapatillas, porque ahí nomás levantó la vista y me dio vergüenza seguir observándola como a un aparecido. Me saludó al pasar con un imperceptible movimiento de cabeza, solamente a mí, que era el único que la miraba, y le pidió algo al cantinero. Quedó ahí la vieja, de espaldas a nosotros, pero cuando la vi de frente me recordó a alguien, no sé por qué me recordaba a alguien, empecé a pensar que podría ser tal vez la madre de algún conocido, de una amiga o un amigo, ¿pero de donde la voy a conocer?, me preguntaba, pobre vieja, encima parece que la cana la estaba desalojando de ese cuartito de atrás, andá a saber cómo viviría ahí.

-Se la banca la veterana, ¿eh?, ¡mamita!, como se les plantó y los echó a la mierda a los canas,- comento en voz baja para que no me escuche. -¿Quién es?, ¿la cocinera? -Se me ocurrió preguntarle al Ruso que lo tenía al lado, por curiosidad nomás.

-Nooo, me dice el Ruso, jaja, ¿qué cocinera?, es la vieja que organiza el juego. Allá atrás, pasando la puerta se juega fuerte, se juega de verdad, mucha guita corre, pero mucha, dados, póker, ruleta, no viste esos paisanos que entran apurados, ni saludan y pasan derecho al fondo, bueno, esos van a jugar. ¡Sabés la guita que corre ahí!, por eso viene la cana, porque tienen que arreglar, si no, cómo hacen. Y la vieja ésta es la que arma, no sabés lo que es para los números, bravísima la vieja, la vieja Nely le dicen todos, creo que se llama Nélida.

-¡Nélida!, ¡Tía Nélida!-exclamé en absoluto silencio, dentro de mi cabeza llevando la vista hacia la barra donde la veía de espaldas. -¿Será tía Nélida esa vieja? -Me seguía preguntando a mí mismo. -No, pero no puede ser Nélida… si es, está irreconocible… Pero sí, es la tía Nélida, -me reafirmaba y autoconvencía. -Con razón se activó algún recuerdo cuando la vi de frente ¡Pero mirá donde vengo a encontrar a tía Nélida!, le tengo que preguntar, no puedo creer que sea la tía. -Mi cabeza era un silencioso y velocísimo collage de pegar y despegar imágenes antiguas.

Me paré como para ir al baño, me acerqué a la barra y me puse al lado. La observé unos segundos y me animé a preguntarle

-Disculpe…, disculpáme, -no sabía cómo decirle. -Sí? -Me dice la vieja sin mirarme. -Usted…,  vos ¿sos Nélida, la tía Nélida?

Se sacó el pucho de la boca, me miró con los ojos entrecerrados como para enfocarme y no me dijo nada, ni que sí, ni que no, no me preguntó quién era, creo que no le hizo falta, vi que su rostro ensayaba un gesto de felicidad pero con un dejo de tristeza a la vez, se le llenaron los ojos de lágrimas, me miraba como interrogando pero no me decía nada, y yo de verla nomás, también sentía los ojos húmedos, vidriosos, me emocionaba su auténtica emoción.

-Yo soy Alejandro, el hijo de Clarita y de Mario, vos ibas a mi casa con el tío Julio.

-Sí, Alejandrito, sí, Alejandrito, claro, -me dijo ya con las lágrimas a punto de caerle por las mejillas. Se me acercó, me agarró las manos entre las suyas temblorosas: -Claro que me acuerdo querido, claro que me acuerdo, cómo no me voy a acordar. -Y atinó a sonreír apenas un poquito.

De vieja me puse llorona viste, -me dijo mientras se secaba con las manos las gotitas que le corrían por la cara. -¿Cuántos años han pasado nene?, me da de llorar, pero sabés por qué lloro, porque es la primera vez en muchos años que me encuentro con alguien de la familia digamos, y también lloro porque me da un poco de pena que me veas así, yo antes me cuidaba mucho. Bueno, vos me has visto, y me encontrás así, ahora, tan desarreglada, tan deshecha, me fue un poco mal en la vida, viste. Después de que murió tu tío me quedé sin nada, pero sin nada, nada, no nos habíamos casado nosotros y todo fue más difícil con los papeles. En ese entonces no tenía ni idea si tenía que cobrar algo, me junté con unos manguitos, unos ahorros que había, poquito, pero me agarró un abogado vivo, me prometió gestionarme una pensión y me estafó, quedé en la calle, nene, no tenía a quién recurrir, todos me dieron la espalda y bueno, me tuve que hacer en la calle, de grande, limpiando, durmiendo en cualquier lado, hasta debajo de algún toldo nomás, después viviendo en piecitas, mudándome y rodando por todos lados; hasta que caí acá, en este club. Tengo un cuartito atrás, les cuido, les limpio algo, y me hago unos pesos con el juego, no vivo bien pero me alcanza y me hago respetar, eso sí, y qué sé yo, dentro de todo… Lo que pasa nene es que cuando te va mal es cuando más fuerte tenés que estar, viste, eso lo fui aprendiendo en la calle, yo era muy tímida, tenía muchos miedos, me angustiaba estar así, pero bueno me sobrepuse, me hice brava, me fortalecí, porque tenía que conseguir los morlacos para comer, porque el hambre te quiebra ¿sabés? Porque no me quería morir tirada por ahí dando lástima, porque cuando llega el momento de pelear con la vida tenés que estar fuerte, a la vida hay que agarrarla con fuerza y retenerla, que no se te vaya, porque la vida no pelea con los débiles, a los débiles la vida no les da pelea, se las tiene ganada de entrada, de antemano, por eso hay que ser fuerte y yo me planto y le doy pelea y la sigo bancando como puedo, ¿entendés?

Me iba a decir algo más, pero le gritan desde el fondo, la llaman, se tiene que ir.

-Bueno, me voy a tener que ir para adentro, Alejandrito, sino los paisanos me pasan como alambre caído con las fichas. Chau querido, Chau nene, saludos, vení a visitarme cuando quieras, yo estoy siempre acá. -Me dio un beso y se fue.

-Chau Nélida, suerte, -le dije mientras la veía irse despacito por la puerta del fondo. Se me hizo un nudo en la garganta, casi que se me caen las lágrimas, me quedé un ratito pensando y me fui prometiéndome volver a verla y, si podía, tratar de ayudarla.

Pasó un tiempo, y una noche que andaba cerca pasé por el club, pregunté por ella pero nadie sabía nada. Me llegó un rumor que podría estar internada, así que me fui hasta el hospital municipal a ver cómo estaba, me imaginé que podría estar ahí. En la mesa de entradas no tenían datos, no había ninguna de nombre Nélida internada, de ahí me mandaron a averiguar al 3er. piso por si alguien sabía, pero parece que ya le habían dado el alta. Me di cuenta que había estado por el comentario de una enfermera bastante agreta: “esa vieja tramposa ya se fue”. Y ahí nomás me enteré por las mucamas que a las del turno noche les había pegado una felpeada terrible jugando a la conga, parece que las cagó a barajazos y una de las enfermeras perdió casi todo el sueldo con Nélida.

A la semana volví al club, pero de Nélida otra vez ni noticias.

No volvió más. -Me dijo Don Chicho, el cantinero. -Igual antes de irse pagó todo lo que debía y encima me dejó propina-. Y se reía mientras pasaba el trapo rejilla por el mostrador.

Después me enteré por el Ruso que la andaban buscando varios a Nélida, hasta el comisario, porque parece que se había juntado un pozo impresionante una noche y por falta de tiempo el juego quedó para el otro día y ese otro día desaparecieron Nélida y el pozo. También me contaron otros que lo de la internación fue medio un escondite, de grupo, que entró al hospital con otro nombre, por eso cuando fui me costó encontrarla y sólo la pude ubicar por referencias, pero cuando me dijeron que les juntó las cabezas a las enfermeras del turno noche no podía ser otra que Nélida. 

Y bueno, así es la historia, nunca más vi a Nélida, ni yo, ni nadie, pero se ve que está todavía fuerte como para parársele de manos a la vida, como decía ella. Por lo menos la vida no la ha encontrado débil todavía, jaja, con todo lo que juntó por un tiempo va a andar bien… En este round 10x9 para Nélida… Por ahora creo que va ganando.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La misa

Mariela

El deporte blanco