No sé si me entendés

En mi oficina, como en casi todas las oficinas se discute de todo, siempre aparecen temas de debate en el cual participamos y opinamos. Te diría que nuestra oficina es bastante especial porque en este ámbito ya se curó el cáncer, se sabe cómo terminar con el hambre del mundo; un día se tiró un plan de entrenamiento para ganarle una maratón a un keniata; también se aseguró con qué tipo de nave se podría ir de nuevo a la luna o cómo hay que orientar la economía para salir del fondo del pozo. Ah, y hasta se señaló el punto exacto donde había que buscar el submarino perdido mucho antes que viniera el Seabed Constructor a encontrarlo. Estos diálogos son habituales mientras laburamos. Pero también se discute sobre temas, diríamos, más terrenales. Surge, como siempre, la política y sobre todo se discute mucho de fútbol. Y cuando se habla de fútbol se diferencian claramente dos bandos, de un lado están los partidarios de ganar como sea y del otro los que quieren ganar de la manera más tradicional, o sea pasándose la pelota entre compañeros y armando jugadas ofensivas para llegar a concretar goles en el arco contrario.

En esta etapa de mi vida, al no ir más a la cancha y encontrarme un poco más desapasionado que cuando era joven; en vez de mirar cualquier partido en la tele, me dedico a realizar algunas otras actividades, algunas artísticas, como pintar o escribir, y otras, como entrenar y hacer un poco de running, que también me gustan tanto como el fútbol. Hoy tengo una mirada distinta del mundo futbolístico, por ahí más balconeada. El valor de ganar o perder un partido que antes me parecía una situación de vida o muerte, ahora ya no es tanto.
Y en esta oficina que te digo, mi oficina, mi ámbito de laburo, donde se debate de todo, siempre viene alguien con encuestas, o con los planteos de “¿a vos qué te parece?, ¿vos qué opinas?”. Entonces todos, aun con muy pocos elementos de información a mano para el tema propuesto, improvisamos o ensayamos alguna respuesta rápida, y ya de entrada nomás nos ponemos en una determinada posición sobre cualquier cosa que se plantee.
Fue el lunes cuando llegó Miguel con una pregunta para la polémica de la mañana. Venía escuchando la radio en el auto y comentó que en un programa hablaban y opinaban, de cuál había sido el partido más importante de la historia para los hinchas de River, si el de Belgrano (partido que al perder River, descendió) o la final de la Copa Libertadores de América contra Boca en Madrid.
En ese momento no respondí nada, porque después la discusión derivó en torno a los árbitros, que casi siempre con sus yerros son determinantes en el resultado y que concluyó en sumar la cantidad de copas o campeonatos que tiene cada club para establecer quién es el más grande o quien es más que quien en la comparación de vitrinas. Hoy la discusión de fútbol se centra generalmente en estas dos cosas, ya casi nadie habla del juego, porque en realidad la mayoría entiende bastante poco, así que ya no me interesaba, no intervine. En un momento intenté opinar pero ya el eje de la discusión había variado y no dije nada sobre el tema.
A la noche, habíamos quedado en ir a comer con Rolo, uno de mis compañeros de laburo, a una parrilla del centro, y promediando la cena, me recordó el momento del debate de la mañana…
- Al final, hoy cuando Miguel tiró el tema del partido no respondiste nada …
- No, pero igual tengo claro que lo más importante es el partido con Boca, sin dudas
- ¿Más que el de Belgrano?
- Pero por supuesto, Rolo, cómo va a ser más importante en tu vida una desgracia que un logro; ¿vos no sos hincha de Estudiantes?
- Sí
- Y cuál es, en toda la historia del club, el momento que mas recordás, la satisfacción más grande, el orgasmo digamos
- ¡El 7 a 0!, encima estuve en la cancha
- ¿Y qué copa ganaron ahí?
- Ninguna
- ¿Pero y las Libertadores?, ¿y la última con Sabella?
- También, también…
- Y ustedes se fueron 3 veces a la B
- Sí, pero cuánto hace…, ¡el 7 a 0 no se olvida nunca más!, y encima en ese partido nos perdimos dos goles más al final, y si observas bien vas a ver que hay muchas paredes en La Plata pintadas en aerosol con solamente 3 caracteres, 2 números y una letra: 7 a 0 y nada más. Es un ícono, todo el mundo sabe qué significa.
- Bueno, perfecto, entonces imaginate que vos tenés la oportunidad de jugar con el rival de toda la vida en una final de la Copa Libertadores, ¡con todo lo que significa la Copa Libertadores de América para nosotros los futboleros! Imaginate que en esta final te vas a enfrentar con tu clásico rival que, a su vez, es bicampeón del Torneo Argentino, pero que para la hinchada de ellos eso es nada, porque lo único que reconocen es la Copa, su obsesión es la Copa. Imaginate que llegás a la final contra ellos, ¡a una final de la Copa Libertadores!, a una final histórica que nunca más se va a dar; y que en el partido de ida en cancha de ellos venís perdiendo dos veces y las dos veces se lo levantás; que el segundo partido no lo podés jugar en tu cancha y se decide jugar en una cancha neutral, encima en el extranjero, sin tu público, a 10.039 km., en Europa, en España, en la cancha del Real, en la Casa Blanca, en la máxima vidriera del fútbol mundial. Que también ese partido lo empezás perdiendo, pero que en el segundo tiempo lo empatás con un gol de playstation, que lo pasás a ganar en el alargue con un golazo de afuera del área al ángulo y que al final lo rematás de contra con una corrida monumental, con los defensores de ellos dando lástima, resignados, humillados, corriendo de atrás sabiendo que es imposible alcanzar al que lleva la pelota camino al gol. Con el arquero de ellos jugado a la heroica y caído adentro del arco tuyo porque intentó cabecear un centro. Y ese jugador que va camino al gol, que le baja la persiana al partido, es el que últimamente los tiene de hijos, el que les hace goles siempre, es el verdugo de tu acérrimo rival. Que, además, como pasa en Europa, ellos están obligados a no irse del campo y subir al palco a recibir la medalla de “segundos” y deben quedarse en el campo de juego a mirar cómo vos entre serpentinas doradas levantás la Copa, ¡la Libertadores que tanto querían ellos! Que tu técnico, que hace mucho que los tiene de hijos, por una sanción, no puede ingresar al campo y dirige el ayudante y que, como consecuencia de lo que pasó en esta final, suspenden el festejo del día del hincha (qué iban a festejar, no se sabe). Los dejás sin técnico, se tiene que ir porque los aplastaste jugando al fútbol a la vista de todo el mundo y quedan sin rumbo; al punto que tienen que salir por la tele jugadores retirados, tratando de minimizar el golpe; y ves también al máximo ídolo de la historia de ese club (que quiere ser presidente, mamita!!!), declarando que para un club como Boca es un logro llegar a la final, dando a entender que no pasa nada… Imaginándote todo esto que te cuento, ¿a vos te parece que puede ser más importante una desgracia que un logro de esta magnitud? Cuando vos en tu vida sufrís una desgracia, lo que hacés es trabajar para poder superarla; y, a veces, por ahí la recordás, no podés borrarla porque pasó, en la película de tu vida va a estar. Pero ¿sabés cuánta gente debe haber orientado toda su vida en pos de un logro y llega al final sin poder conseguirlo? Bueno, acá sería parecido. Es elegir cómo querés disfrutar tu vida. Yo sé que debe haber gente que no puede dejar de lamentarse por alguna desgracia y le debe ser difícil dejar de recordar algo malo que le haya sucedido. A muchos les cuesta mucho, muchísimo, superarlo. Pero, bueno, en mi caso, y ya no te hablo como hincha, las desgracias trato de superarlas y dejarlas atrás, pero los logros son los que me hacen vivir, son los que al recordarlos me alegran la vida. Es como que uno haya fracasado en su matrimonio, te separás y después de un tiempo pudiste formar una nueva familia, sos más feliz que antes, y vos venís y me recordás lo mal que estaba hace 6 años. Entonces, el que te lleva a ese momento ¿para qué te lo recuerda?, porque quiere hacerte daño, viejo, porque no te quiere ver feliz. Por eso, volviendo al ámbito del fútbol, se entienden estos mecanismos de defensa, del “no ha pasado nada” y “vos estuviste peor”, esto es así. Porque en definitiva es un juego, y eso es lo que hacen los hinchas para minimizar los daños propios. Para sobrellevar el dolor, tratan de hacerte recordar lo que más te puede herir, para que lo de ellos sea más leve, pero lo que no saben, lo que no pueden saber, es si vos ya lograste superar ese momento. Por eso te digo que para mí siempre van a ser más importantes los logros, siempre, y mucho mas este tipo de logros, que no se van a dar nunca más en la historia, de los que ya no hay revancha, eso es lapidario para el rival.
A ver si me explico mejor, vamos a suponerlo en términos boxísticos: sería algo así como que a mí me noquearon una vez y me mandaron al hospital, que después de semejante golpe igual me levanté y volví al ring, que me costó recuperarme, pero me recuperé; y vos, como sos el rival de siempre, festejaste, festejaste mucho que me había noqueado otro, no vos, otro, pero un día se dio la oportunidad y me tuviste que enfrentar, no te quedó otra; y como siempre pasa en el boxeo, te sacan el banquito y estamos los dos solos, uno y otro, frente a frente, con lo que tenemos cada uno, dependiendo solamente de nosotros, con el título más importante de la historia en juego y plantados en el escenario más grande y espectacular de todo mundo, repleto, con millones de personas prendidos a la tele, pendientes de lo que pase en este partido. Imaginate, en ese contexto, en ese instante que nunca más se va a dar, a la vista de todos. Bueno, ese día, el momento en que era yo o vos, yo fui el que te noquee, yo fui el que te humillé, el que te ganó y levantó la copa, yo fui el que dio la vuelta en tu propia cara, fui yo. Por eso para mí los logros siempre van a ser más importantes que las desgracias y este tipo de cosas, estas conquistas inmensas son las que no se olvidan nunca más, o por lo menos yo no la voy a olvidar nunca más, no sé si me entendés.

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