421.950 m.
Te voy a dar un número, en realidad una multiplicación: 42.195 metros x 10 = 421.950 metros. Que me decís?, la verdad es que estoy entre sorprendido y orgulloso…tanto, pero tanto, como para hacer público este comentario con intenciones que lo lean mis amigos y les guste.
Los números del inicio quieren decir que hoy, 29 de
noviembre de 2015, acá en Mar del Plata, corrí mi décima maratón de 42k.
Para algunos no es tanto, para otros muchísimo y para mí un
logro enorme.
A veces un poco más rápido, otras como para “dar la vuelta”,
dicen los corredores cuando venís medio lento, pero como sea fueron ¡DIEZ!, y
espero poder seguirlas contando hasta que me den las tabas.
Y hoy, durante toda la carrera, como en un cortometraje
virtual, pasaban por mi cabeza recuerdos desordenados, sin editar te diría, de
los primeros entrenamientos…, de aquellos intentos de running que iban desde mi
casa hasta el Cementerio Parque, intercalando el trote con alguna caminata para
recuperar el aliento, creo que eran solo 3 km. Y encima, dentro de mi cabeza,
disputando esa pelea constante contra mí mismo, tratando de entender quien me
manda a sufrir así, pudiendo ir a jugar al fútbol como lo venía haciendo todos
los sábados de mi vida.
Así que empecé, con alguna regularidad, después del viaje.
Ese que fuí con unos amigos que competían en el Ironman de Sudáfrica, en
calidad de traductor y manager, ¿escuchaste eso?, ¡traductor y manager!, “yo
acá vengo disfrutar de la comida, los vinos y algún safari, a mí déjenme de
joder con las carreras” me acuerdo que fue lo primero que le dije a Gustavo en
el aeropuerto.
Y bueno, mirá como se fueron dando las cosas, me encantó esa
competencia, pero me gustó mucho, muchísimo. El ambiente, la ropa, las
zapatillas de marcas que no conocía, en realidad, todo. Descubrí otra forma de
vida, que se yo, otra faceta del deporte. No sabía que eran los geles ni las
bebidas isotónicas, ni lo que era una pasada, preguntaba y me daba cuenta que
me interesaba todo. Más que nada la maratón, la parte final de la competencia,
la que tienen que correr los 42 cuando están re-muertos, y los tipos sacan
fuerzas de no sé dónde y la corren, es casi la idea terrestre, en ese contexto,
de lo que puede ser un superhéroe, encima la indumentaria es parecida a la de
los superhéroes.
Así que al regreso de ese viaje le pregunté un par de cosas
a Mario, un profe amigo, y empecé entrenando “a la que te criaste”, corriendo
los fines de semana, cuando tenía tiempo, y después durante algunas tardecitas
en la semana. Si salía más temprano del laburo, metía un poco más de distancia.
Bajé unos kilos, no muchos porque justo en ese momento estaba estudiando cocina
y en la escuela comíamos como lima nueva durante las clases.
Pero bueno, ahí nomás me inscribí para correr una carrera de
campo, estaba para los 10k. pero mi amigo Fabián, un experimentado en esto, me
convenció “corré 21, los viejos tenemos garra y aguante, los diez es para los
pibes que tienen explosión”. Y así fué, debuté con 21k. en la Boca de las
Sierras.
Ese fue el punto de partida, con el correr del tiempo me
inscribí y corrí un montón de carreras, de 5, de10, de 21, en la arena, en las
sierras, entre los charcos, etc.
Pero yo quería ver si era capaz de terminar una maratón. Así
que me animé y fui a correr a Rosario. Y la verdad que lo que se siente en ese
tipo de carreras es único, después de determinada distancia corrés con dolores
permanentes, el roce de una mala remera en la piel es un problemón, irrumpe una
fuerza física interior que no sabés que tenés y, además, después de los 30k.,
aparte del agotamiento físico, la cabeza te quiere convencer de parar ya, de no
hacer un paso más y desplomarte en el piso a recuperar el pulso normal. Pero si
lográs superar todo esto y llegás a terminarla, te invade una alegría inmensa,
una sensación nunca experimentada y te quedan para siempre recuerdos
imborrables e inolvidables. La emoción de terminar una maratón es absolutamente
desbordante.
Tuve la satisfacción de que en algunas me viera mi esposa,
Marcela, y mi hija, Lila, llegar al final de una maratón.
También de correr los 42 de Rosario a la par de un gran
amigo como Fabián, corredor de varios Ironman, y en alguna otra, hasta mi vieja
estuvo presente en la llegada.
Escuché a muchos decir que una maratón no se corre sólo con
las piernas y el entrenamiento, que hay algo más, la cabeza, el corazón y la
fuerza de voluntad… Qué se yo… Lo único que te digo que a mí me parece mentira
haber corrido diez, para mí es un montón.
A veces, cuando nos juntamos, siempre alguno me comenta, ¿te
acordás cuando dijiste “a mi déjenme de joder con las carreras”?
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