viernes, 27 de agosto de 2021

Tía Nélida



Tía Nélida aparecía por casa muy de vez en cuando, siempre con mi tío, a nosotros nos parecía una vieja amarga, lo que pasa es que cuando sos chico todos te parecen viejos, pero no era vieja. Como mi mamá, andaría por los 40. Por ahí por la pinta, por la forma de peinarse, por los labios siempre pintados de rojo fuerte o no sé por qué, pero para mí y para mi hermano nos daba vieja. La imagen de Nélida era parecida a las mujeres culosroto de los años 70. Aparentaba ser muy tímida, hablaba poco y cuando lo hacía sonaba a susurro, una vocecita de secreto que apenas se escuchaba. Era toda correcta Nélida, impecable por donde la mires: elegante, distinguida. No era una mujer linda pero siempre andaba bien vestida, altiva, de caminar esbelto, si no la conocías parecía una mujer de clase alta. La imagen era casi igual a la reina de Inglaterra pero con altura, piel blanca, pelo oscuro, peinado vaporoso con mucho spray y la ropa impecable, siempre vestida con un trajecito tipo Chanel a medida, pollera recta hasta las rodillas bien combinada con una blusa clara, casi blanca, inmaculada, cerrada en la parte de arriba con un lazo finito anudado en un moño para juntar las dos solapas redondeadas alrededor del cuello. El collar de perlas por arriba de la blusa era un clásico, en las manos un par de anillos delicados, pulseras de oro finitas y ruidosas en la muñeca izquierda y unos zapatos oscuros de medio taco ancho, bien lustrados, como los que usaban las mujeres en esa época para salir.

Nélida se sentaba bien derecha en la silla, la espalda pegadita al respaldo, las manos encimadas sobre de la mesa, y a veces las ponía arriba de la cartera apoyada en su regazo; las piernas siempre muy juntas, como soldadas, casi ni se movía, cada tanto hacía una sonrisita de cortesía por algún comentario y cuando le ofrecían algo se limitaba a contestar con un sí gracias o un no gracias. La cosa es que no hablaba mucho, mi viejo los invitaba con un whisky y a veces Nélida se servía otra medida cuando mi papá y mi tío estaban distraídos o se levantaban para ir al baño. Nélida me miraba y me hacía una mueca de complicidad, como si estuviera haciendo una travesura; me decía “Alejandrito” y a mí no me gustaba, yo era “Ale” para todos. Al whisky Lo tomaba solo sin hielo y se lo terminaba bastante rápido, cuando quedaba poco en la copa se lo mandaba de un trago con un golpe seco de nuca hacia el vacío, como en las películas de cowboy; la forma de tomar no iba de acuerdo con la imagen que uno percibía de ella, pero nunca vi que se tomara más que dos, nunca mucho más que eso. No se quedaban a comer, ni nada, pasaban sólo de visita. A veces cuando venían y mi vieja no estaba, Nélida (como no se metía en las conversaciones de los hombres), para no aburrirse, le pedía un mazo de cartas a mi viejo y se ponía a jugar un solitario mientras ellos hablaban, mi viejo y mi tío a veces conversaban en el patio, caminaban; mi papá le mostraba cosas de la casa. Entonces Nélida se quedaba en la mesa terminando el whisky y jugaba sola. Yo la miraba porque me sorprendía la ductilidad que tenía en las manos para manejar las cartas, una velocidad terrible para mezclarlas, hacía el acordeón, cortaba con una mano, una habilidad impresionante, no sé si no practicaba alguna técnica de barajas mientras jugaba.

Quedó viuda enseguida, mi tío murió de repente por un infarto, y a partir de ese momento no supimos más nada de ella. Tampoco en casa se habló más de Nélida, solo algún comentario tipo “que será de la vida de Nélida” que mi vieja o mi viejo tiraban en medio de la cena, pero sólo eso, así como al pasar nomás.

Pasaron los años, no sé cuántos, pero muchos, y una noche se armó una peña del laburo en un club de esos de barrio, que quedaba en la otra punta, entre el campo y la ciudad, lejos, re lejos. Son los clubes sociales que le dicen, de bochas, de mesas de truco y Gancia, donde hay algún billar medio abandonado también. Yo nunca iba porque se quedaban hasta tarde, discutiendo de cualquier cosa, en esas mesas donde todos son genios, mesas multitemáticas que tienen la solución para todo: gritan, se ríen fuerte, un quilombo. A mí esas charlas me aburren, pero esta vez fui porque asaban un cordero y hacía mucho que no comía unas costillitas doradas a las brasas con chimichurri o con alguna salsa criolla.

Estábamos trenzados en una discusión de fútbol, como siempre a los gritos, y de golpe vemos luces azules intermitentes a través de los vidrios de las ventanas, se bajó un poco el tono pero la discusión siguió; era como que a nadie le sorprendía que entraran dos canas al club, los tipos nos saludaron, pasaron derecho hacia el fondo y se metieron por una puertita.

-¿Y estos? -Le digo al Ruso Julián, - ¿vienen para manguear o para ir al baño?

Ni necesitó contestarme el Ruso,  porque al toque sale una vieja por la misma puertita enojadísima con un cana de cada lado, pero no se la llevaban detenida, sino que ella los iba arriando y reprochándoles de todo a los milicos que caminaban con la cabeza gacha hacia la salida, la vieja los iba recontracagando a pedos.

Los otros seguían con la discusión de fútbol, pero yo le prestaba atención a la mujer ésta y a los canas, me interesaba saber qué les decía con tanta vehemencia.

-¡Son pelotudo ustedes!, ¡son pelotudo!, -decía pelotudo en singular y ustedes en plural, -¡a qué mierda vienen!, ¡a qué mierda vienen!, a avisarme qué… Sí, ya sé, ya sé, díganle al otro boludo que mañana paso, y déjense de romper las pelotas, ya les tengo dicho que no vengan más, o no se dan cuenta que espantan a la gente y si no viene gente nos quedamos sin negocio…. Vayan, vayan, -terminó diciendo la vieja antes de cerrar de un portazo. Los observó unos segundos, refunfuñando por lo bajo, hasta que se aseguró que el patrullero arrancó y volvió a paso lento para adentro.

Nadie dio pelota a los gritos de la vieja, parece que eran habituales estas escenas acá.

Cuando volvía, pude observarla bien, la verdad era un esperpento, en realidad el paso era lento porque se ve que le costaba caminar, arrastraba los pies, totalmente desalineada, muy desarreglada, flaca, arrugada, la postura inclinada hacia adelante provocaba que algunos pelos le caigan sobre la cara, el resto seguían atados más o menos en lo que parecía una colita desmechada, asomaban también las raíces blancas de varios meses sin tintura. Se veía a las claras que los años se la llevaron puesta a esta mujer. No se sacó el cigarro de la boca ni aun puteando a los canas, estaba mal vestida, con ropa gastada y de mala calidad, y el sobretodo que llevaba le quedaba grande, para mí no era de ella, ni miré si tenía zapatos o zapatillas, porque ahí nomás levantó la vista y me dio vergüenza seguir observándola como a un aparecido. Me saludó al pasar con un imperceptible movimiento de cabeza, solamente a mí, que era el único que la miraba, y le pidió algo al cantinero. Quedó ahí la vieja, de espaldas a nosotros, pero cuando la vi de frente me recordó a alguien, no sé por qué me recordaba a alguien, empecé a pensar que podría ser tal vez la madre de algún conocido, de una amiga o un amigo, ¿pero de donde la voy a conocer?, me preguntaba, pobre vieja, encima parece que la cana la estaba desalojando de ese cuartito de atrás, andá a saber cómo viviría ahí.

-Se la banca la veterana, ¿eh?, ¡mamita!, como se les plantó y los echó a la mierda a los canas,- comento en voz baja para que no me escuche. -¿Quién es?, ¿la cocinera? -Se me ocurrió preguntarle al Ruso que lo tenía al lado, por curiosidad nomás.

-Nooo, me dice el Ruso, jaja, ¿qué cocinera?, es la vieja que organiza el juego. Allá atrás, pasando la puerta se juega fuerte, se juega de verdad, mucha guita corre, pero mucha, dados, póker, ruleta, no viste esos paisanos que entran apurados, ni saludan y pasan derecho al fondo, bueno, esos van a jugar. ¡Sabés la guita que corre ahí!, por eso viene la cana, porque tienen que arreglar, si no, cómo hacen. Y la vieja ésta es la que arma, no sabés lo que es para los números, bravísima la vieja, la vieja Nely le dicen todos, creo que se llama Nélida.

-¡Nélida!, ¡Tía Nélida!-exclamé en absoluto silencio, dentro de mi cabeza llevando la vista hacia la barra donde la veía de espaldas. -¿Será tía Nélida esa vieja? -Me seguía preguntando a mí mismo. -No, pero no puede ser Nélida… si es, está irreconocible… Pero sí, es la tía Nélida, -me reafirmaba y autoconvencía. -Con razón se activó algún recuerdo cuando la vi de frente ¡Pero mirá donde vengo a encontrar a tía Nélida!, le tengo que preguntar, no puedo creer que sea la tía. -Mi cabeza era un silencioso y velocísimo collage de pegar y despegar imágenes antiguas.

Me paré como para ir al baño, me acerqué a la barra y me puse al lado. La observé unos segundos y me animé a preguntarle

-Disculpe…, disculpáme, -no sabía cómo decirle. -Sí? -Me dice la vieja sin mirarme. -Usted…,  vos ¿sos Nélida, la tía Nélida?

Se sacó el pucho de la boca, me miró con los ojos entrecerrados como para enfocarme y no me dijo nada, ni que sí, ni que no, no me preguntó quién era, creo que no le hizo falta, vi que su rostro ensayaba un gesto de felicidad pero con un dejo de tristeza a la vez, se le llenaron los ojos de lágrimas, me miraba como interrogando pero no me decía nada, y yo de verla nomás, también sentía los ojos húmedos, vidriosos, me emocionaba su auténtica emoción.

-Yo soy Alejandro, el hijo de Clarita y de Mario, vos ibas a mi casa con el tío Julio.

-Sí, Alejandrito, sí, Alejandrito, claro, -me dijo ya con las lágrimas a punto de caerle por las mejillas. Se me acercó, me agarró las manos entre las suyas temblorosas: -Claro que me acuerdo querido, claro que me acuerdo, cómo no me voy a acordar. -Y atinó a sonreír apenas un poquito.

De vieja me puse llorona viste, -me dijo mientras se secaba con las manos las gotitas que le corrían por la cara. -¿Cuántos años han pasado nene?, me da de llorar, pero sabés por qué lloro, porque es la primera vez en muchos años que me encuentro con alguien de la familia digamos, y también lloro porque me da un poco de pena que me veas así, yo antes me cuidaba mucho. Bueno, vos me has visto, y me encontrás así, ahora, tan desarreglada, tan deshecha, me fue un poco mal en la vida, viste. Después de que murió tu tío me quedé sin nada, pero sin nada, nada, no nos habíamos casado nosotros y todo fue más difícil con los papeles. En ese entonces no tenía ni idea si tenía que cobrar algo, me junté con unos manguitos, unos ahorros que había, poquito, pero me agarró un abogado vivo, me prometió gestionarme una pensión y me estafó, quedé en la calle, nene, no tenía a quién recurrir, todos me dieron la espalda y bueno, me tuve que hacer en la calle, de grande, limpiando, durmiendo en cualquier lado, hasta debajo de algún toldo nomás, después viviendo en piecitas, mudándome y rodando por todos lados; hasta que caí acá, en este club. Tengo un cuartito atrás, les cuido, les limpio algo, y me hago unos pesos con el juego, no vivo bien pero me alcanza y me hago respetar, eso sí, y qué sé yo, dentro de todo… Lo que pasa nene es que cuando te va mal es cuando más fuerte tenés que estar, viste, eso lo fui aprendiendo en la calle, yo era muy tímida, tenía muchos miedos, me angustiaba estar así, pero bueno me sobrepuse, me hice brava, me fortalecí, porque tenía que conseguir los morlacos para comer, porque el hambre te quiebra ¿sabés? Porque no me quería morir tirada por ahí dando lástima, porque cuando llega el momento de pelear con la vida tenés que estar fuerte, a la vida hay que agarrarla con fuerza y retenerla, que no se te vaya, porque la vida no pelea con los débiles, a los débiles la vida no les da pelea, se las tiene ganada de entrada, de antemano, por eso hay que ser fuerte y yo me planto y le doy pelea y la sigo bancando como puedo, ¿entendés?

Me iba a decir algo más, pero le gritan desde el fondo, la llaman, se tiene que ir.

-Bueno, me voy a tener que ir para adentro, Alejandrito, sino los paisanos me pasan como alambre caído con las fichas. Chau querido, Chau nene, saludos, vení a visitarme cuando quieras, yo estoy siempre acá. -Me dio un beso y se fue.

-Chau Nélida, suerte, -le dije mientras la veía irse despacito por la puerta del fondo. Se me hizo un nudo en la garganta, casi que se me caen las lágrimas, me quedé un ratito pensando y me fui prometiéndome volver a verla y, si podía, tratar de ayudarla.

Pasó un tiempo, y una noche que andaba cerca pasé por el club, pregunté por ella pero nadie sabía nada. Me llegó un rumor que podría estar internada, así que me fui hasta el hospital municipal a ver cómo estaba, me imaginé que podría estar ahí. En la mesa de entradas no tenían datos, no había ninguna de nombre Nélida internada, de ahí me mandaron a averiguar al 3er. piso por si alguien sabía, pero parece que ya le habían dado el alta. Me di cuenta que había estado por el comentario de una enfermera bastante agreta: “esa vieja tramposa ya se fue”. Y ahí nomás me enteré por las mucamas que a las del turno noche les había pegado una felpeada terrible jugando a la conga, parece que las cagó a barajazos y una de las enfermeras perdió casi todo el sueldo con Nélida.

A la semana volví al club, pero de Nélida otra vez ni noticias.

No volvió más. -Me dijo Don Chicho, el cantinero. -Igual antes de irse pagó todo lo que debía y encima me dejó propina-. Y se reía mientras pasaba el trapo rejilla por el mostrador.

Después me enteré por el Ruso que la andaban buscando varios a Nélida, hasta el comisario, porque parece que se había juntado un pozo impresionante una noche y por falta de tiempo el juego quedó para el otro día y ese otro día desaparecieron Nélida y el pozo. También me contaron otros que lo de la internación fue medio un escondite, de grupo, que entró al hospital con otro nombre, por eso cuando fui me costó encontrarla y sólo la pude ubicar por referencias, pero cuando me dijeron que les juntó las cabezas a las enfermeras del turno noche no podía ser otra que Nélida. 

Y bueno, así es la historia, nunca más vi a Nélida, ni yo, ni nadie, pero se ve que está todavía fuerte como para parársele de manos a la vida, como decía ella. Por lo menos la vida no la ha encontrado débil todavía, jaja, con todo lo que juntó por un tiempo va a andar bien… En este round 10x9 para Nélida… Por ahora creo que va ganando.

La volcada de Scottie y el récord Guinnes


-Porque si vos me decís que es por mérito tuyo, porque te esforzaste, ojo, no sólo esfuerzo físico digo, puede ser mental también, un científico, un matemático por ejemplo, ¡eso tiene valor!, porque era tu objetivo, porque estudiaste, porque lo buscaste, entonces sí es un logro, es para sacar pecho, para mostrárselo a todos... Pero esta otra gente, ¿qué mérito tiene?, ninguno, es casualidad, genético en muchos casos, no es producto de nada que hayas provocado…una curiosidad podría ser, alguna pelotudez rara, ¡pero ponerlo como récord!, no viejo, mezclan todo, es más creíble el libro de historietas de Fabre y Fortín “Creanselón”.

-¿De qué hablan?- Le pregunto al Colo mientras me saco la campera y arrimo una silla a la mesa.
-De los Guinness,https://www.guinnessworldrecords.es/ acá el Luci está enojado con los Récord Guinness.
El Luci es medio cascarrabias, siempre con teorías raras, a veces tiene razón, y en este caso por lo que escuché tenía cierta lógica lo que decía. En realidad el sobrenombre del Luci es Lucifer, Luciano Fernando Provenzano, de ahí sale Lucifer, me acuerdo que cuando éramos chicos los viejos se enojaban cuando le decíamos así, tanos los viejos, católicos, nacidos allá, en Sicilia, y la vieja también se calentaba si le decíamos Luci, porque le parecía medio femenino y no le gustaba. Era otra época. Cuando lo llamábamos por teléfono nos teníamos que acordar de decirle ¿está Luciano señora? Y en los asados pasaba lo mismo con lo de Luci, por ahí caía alguno que no era del grupo y escuchaba que alguien preguntaba “che, ¿viene Luci?”, el loco desconcertado miraba como preguntando ¿vienen mujeres?..
La cuestión es que, según el Colo, el Lucifer estaba como loco con los Guinness.
-Claro viejo-, arrancó de nuevo el Luci enderezándose en la silla y mirándome-, ¿para vos es lo mismo tener el récord de los hermanos egipcios que tienen los pies y las manos más grandes del mundo,https://www.guinnessworldrecords.es/.../hermanos-egipcios... algo totalmente genético o heredado, que el atleta que hizo el salto triple más largo de la historia?, ¿o los científicos que en tiempo récord crearon una vacuna? ¿Para vos es lo mismo?, -me preguntaba y se contestaba solo-. No, no es lo mismo, por eso este libro de los Guinness es una boludez, meten todo en la misma bolsa, poco serio viejo, muy poco serio…
- El club está en los Guinness o estuvo-. Le digo mientras levanto la mano para pedir un cortado.
- ¿Qué club?- Ahora me mira fijo más enojado que antes.
- Éste, Luci, Defensores-. Le contesto con displicencia
- ¿Defensores en los Guinness jaja, me estás cargando???- Se reía mirando para el costado
- Sí boludo, Defensores Unidos en los Guinness, sí, lo que pasa es que vos no estabas acá, viniste a vivir después, ¿nunca te lo contaron?, mirá, cuando Defensores se federó y armamos el equipo de basquet, en la comisión tiramos la idea de traer uno o dos jugadores yanquis, todos los clubes lo hacían en ese momento, algún medio pelo que ya esté de vuelta en las Ligas Americanas, viste, uno que ya no tenga chapa, retirado o casi y se venga acá a ganarse unos mangos, por seis meses nomás, para reforzar el ataque, uno alto, porque con los pibes que habíamos juntado nos iban cagar a pelotazos en todos lados, era pura voluntad nomás el equipito.
Y bueno, así pasó, por medio de un contacto conseguimos cerrar con un negro de 2,10 m. medio pasado de kilos parecía, porque pesaba como 160, grandote, nos dijeron que estaba casi retirado, sin club, pero total para este nivel sobraba, Charlie Scottie se llamaba, lo vimos por foto, te imaginarás que en esos años Internet no existía. Así que arreglamos la guita, que dicho sea de paso la poníamos nosotros, porque la fuente de ingresos del club en esa época, era de la cuota de algunos socios y del chancho móvil. ¿Viste el lechón que se va asando en la caja de una camioneta y se van vendiendo los números?, bueno, pero con eso ya no podíamos contar, lo tuvimos que dejar de hacer porque los hijos de puta del Ruso Julián y el Pedrito, que era el que lo hacía, lo iban carancheando en el camino al lechón, no sabés, al último que lo sacó le llegó un cuarto nomás, una vergüenza, no viene al caso pero te lo cuento porque vos que venís de una ciudad grande esto no lo debés haber visto en tu vida, pero bueno así son los pueblos.
Entonces, como te contaba, la guita salió de una vaquita que hicimos y se armó el equipo nomás. La gente te digo que revivió con el tema del basquet, era de lo único que se hablaba, pero nosotros ni cancha teníamos, terminamos el gimnasio, que estaba a medio hacer, a los pedos, este de acá al lado, donde enseñan patín, el techo había que hacerlo con altura reglamentaria, los baños azulejados, las torres de los aros de acrílico, el piso, todo nuevo. Lo único que nos faltaban eran los aros pero eso los hacíamos acá con el enano Retamozzi, que estaba en la comisión y era herrero. Con la infraestructura casi lista pasaban los días y del negro ni noticias. Los pibes entrenaban en la cancha de tierra, la que está en los juegos de los pibes, porque nadie quería rayar el piso recién pintado, impecable, tenía que estar todo de primera para el debut, porque arrancábamos de local.
Pero bueno te la hago corta, nos avisaron que el Charlie llegaba el mismo día del partido. ¡Cómo cortamos clavos ese domingo!, no llegaba, no llegaba y aparece una hora antes del partido, ¡una hora antes! y con una delegación de tres o cuatro tipos, ¡hijo de puta, se trajo la parentela!, decíamos. Ahí nomás se nos acerca el traductor y nos pide una reunión, nosotros intuíamos el mangazo “estos van a querer que le banquemos todo a los cinco que vinieron” pensábamos y ya fuimos con mala onda. Pero no, nos dijo que esta gente eran veedores, que viajaron para certificar un récord que creían que Charlie podía conseguir, pero que nos quedemos tranquilos que después del partido se iban, porque parece que Scottie quería lograr el récord de ser el basquetbolista que más puntos anotaba en un partido y recién empezaba esta onda de certificar los récords Guinness para un libro que se publica una vez por año, que ya era furor en Yanquilandia, él quería aparecer ahí sí o sí y nosotros le dijimos que todo bien, que no había problema, al club como institución le favorecía, íbamos a aparecer en todos lados, ¡¡¡te imaginás!!! Un jugador del club, de Defensores, en el Guinness, en los Récords de Estados Unidos: ¡¡¡Fantástico!!!
El Tucu, que conocía al contacto que lo trajo, nos dijo que en realidad a este Charlie Scottie se le había pasado el cuarto de hora en la Liga Americana, que habían aparecido el Dr. J. Bird, Malone, Chamberlain, jugadores mucho más talentosos que él, todos monstruos que hacían 40 ó 50 puntos por partido; y éste, antes de quedar olvidado como uno más de la liga, justo cuando ya se retiraba, venimos nosotros con el club, que recién arrancábamos con el basquet y en una liga muy menor. La vio refácil el negro y habrá pensado, esta es la mía, convierto como 80 puntos en un solo partido, quedo en el olimpo del básquet con un récord inalcanzable, registrado en un libro que leen millones y certificado con veedores de Estados Unidos… No se la podían discutir nunca más en la vida.
Así que el negro se fue a cambiar rapidísimo, los equipos no tuvieron tiempo de calentar, ni pisaron la cancha, los veedores del Guinness que estaban vestidos con unos saquitos con rayitas blancas y negras, se ubicaron cerca del aro, donde atacaba Defensores, con libretitas para anotar los tipos: ¡Imaginate!, en esa época no había computadoras.
Salen los equipos, griterío, la presencia de Charlie Scottie intimidaba. Cuando lo anunciaron hubo una ovación ensordecedora, tenía un peinado afro apretado con una vincha, alto, corpulento, era muy parecido a Hendrix de cara, y con la vincha se parecía más todavía. Arranca, saltan, por supuesto que gana el negro y ni bien se la pasan de nuevo prueba al aro de lejos y erró por poquito, en esa época recién había cambiado el reglamento y aparecían los tiros de 3, que antes no existían todos valían 2, y ahí nos dimos cuenta que lo que quería el negro era sumar de a 3, así conseguía muchos más puntos para el récord. Se veía que iba a jugar su partido, pero a nosotros también nos convenía. Tiró un par de veces más y seguía sin convertir, nos miramos con el Ronco Abel y dijimos “¡¡¿¿a quién trajimos??!!”. Prueba una más y, como las anteriores, rebota en el aro y sale, te digo que estábamos desconcertados, el negro también, tenía una calentura mayúscula. Entonces como que se deja de joder de tirar de afuera y cuando la recibe medio lejos del aro pega dos zancadas, se eleva y se pone el tablero casi a la altura del pecho y ahí la vuelca a lo Abdul-Jabbar, con el “gancho del cielo”, que le decían. Con una fuerza descomunal cae esa volcada como para sacarse la calentura y con la misma fuerza que la volcó le rebotó el brazo para atrás, la pelota picó desde el aro hasta el techo y el brazo de Charlie seguía girando para atrás como un ventilador a todo lo que da, le quedó loco, no se lo podían parar, no sabés cómo gritaba ese negro: camilla, se suspende el partido, se da por terminado y derecho al sanatorio, todo mal. Lo tenían que operar de urgencia para acomodarle el brazo, pero al toque lo trasladan a Buenos Aires y de ahí a USA sin escalas, porque no se quería dejar tocar acá, se fue de Argentina con el brazo acomodado más o menos. Un desastre.
- Pero entonces...-. Me interrumpe el Lucifer
- Pero pará, ya sé lo que me vas a decir, ¿y el récord? Seguime, mirá el ojete que tuvimos, como todavía estaban los veedores porque se iban en otro vuelo que salía más tarde, nos quedamos hablando con el traductor y en la charla surgió el dato curioso de que nunca, pero nunca, en ninguna parte del mundo, un partido de basquet había terminado 0 a 0, así que ahí nomás se certificó, firmamos y como te decía aparecimos en los Récord Guinness, ¿qué me contás?
Y bueno, ya lo que pasó después es historia conocida, uno de los jueces pidió una escalera, midió los aros y saltó que eran mas chicos que la pelota, casi lo matamos al herrero, al enano Retamozzi, que de muy mala leche le echó la culpa al pibe que lo ayudaba, a Marcelito; dijo que cuando lo mandó a tomar la medida de los aros de la cancha vieja, en vez de ir a la herrería a buscar la cinta, porque le quedaba lejos y no tenía la bicicleta, fue desde la casa con un centímetro de la madre que era costurera, y viste que los centímetros de hule se estiran, y bueno. midió todo con eso y soldaron los aros con esas medidas.
No le creímos mucho al enano, pero ponele que haya sido cierto lo de Marcelito: ¡qué le vas a decir al pibe!, 15 años tenía. El enano Retamozzi anduvo un tiempito por el pueblo y después se fue. A Marcelito, directamente, desde el día del partido nadie lo vio más. Zafamos todos de un juicio impresionante porque tuvimos el culo de que Charlie tenía asegurados (desde la época que jugaba en la Liga) los brazos y las piernas con una empresa yanqui y eso estaba vigente, por eso no se quería dejar tocar por los médicos de acá, así que recontrazafamos con el tema de la indemnización, pagamos la urgencia del sanatorio y nada más.
Después otra cosa que se decía era que dirigentes de la NBA se habían enterado y no les convenía lo de Scottie, del récord que quería hacer y como que vinieron de incógnito a cometear al enano para que haga los aros más chicos, no para que no entre la pelota, pero si para que el negro pierda referencia, le cueste embocar, y no sé qué boludeces más, algunos la creyeron porque ahí nomás también nos enteramos que el enano Retamozzi estaba de gerente en Capital, en una multinacional encargada de la provisión de los hierros del tendido de todas las vías desde acá a Tierra del Fuego; y que Marcelito también estaba de gerente pero en otra multinacional que se encargaba de fabricar las piezas metálicas para los trenes de aterrizaje de los jumbos de American Airlines… Pero andá a saber, todo es muy retorcido, rarísimo, la gente dice cualquier cosa.
Y qué te cuento que la otra vez lo vi por la tele al Charlie, está viejo el negro, viste en uno de esos canales de NatGeo, el de ciencia, bueno, estaba Charlie con un médico y un ingeniero, contando la operación y mostrando el brazo que tenía todo de metal, como Robocop, no estaba subtitulado, así que mi hija me iba traduciendo lo que decían y aparentemente lo que le habían puesto era un brazo biomecánico-sensorial, lo más avanzado que se ha logrado hasta ahora. Destacaban que movía los dedos como si fuera un brazo original, porque parece que con el modelo anterior apretabas sin tener control de la fuerza y si querías agarrar un vaso -por ejemplo- lo hacías mierda sin querer, ni te digo si le dabas la mano a alguien; parece que en este modelo lo corrigieron. En un momento con un pestañeo de ojos de Charlie se le esconden todos los dedos y se le transforma el brazo en una amoladora, cortaba leña, fierros, después creo que con otro pestañeo, se escondía la amoladora y salía un rayo que quemaba todo, así como una Victorinox era ese brazo, y para mostrar precisión lo hacían enhebrar agujas con el hilo de coser, no sabés a qué velocidad lo hacía, terrible, no sé si no tiene un récord Guinness de eso, porque algo dijeron que no alcancé a escuchar, al final de la nota medio que se reían todos y le pregunto a mi hija qué dicen y me dice que el negro comentaba que “a ver si no le reemplazaban el otro brazo también”, ja ja chocho estaba con el brazo.
Pero, bueno, el tema es que estábamos en los Guinness, ¿viste Luci? Al año siguiente enviaron el libro al club, era como un diccionario, gigante, dorado, las tapas en relieve, un lujo, me acuerdo que era carísimo, quedó en la biblioteca y después me parece que se lo afanaron, por eso casi nadie sabe bien la historia. ¡Defensores salió en el Guinness!, si hasta me nombraban a mí y todo, que en ese momento era el presidente, por eso te digo. Pero tenés razón Luci, como decías al principio, fue de casualidad, no se buscaba eso, la intención era otra, meten todo en la misma bolsa, en eso estoy de acuerdo, igual lo voy a buscar en Internet, aunque registros de esa época no creo que haya.